viernes, 31 de diciembre de 2010

2011 motivos para felicitarnos

En las últimas horas de este 31 de diciembre, brindo por un 2011 lleno de motivos para felicitarnos. En él se conmemoran entre otros el Año Europeo del Voluntariado y el Año Internacional de los Bosques. Versionando el estribillo de aquella canción, que no nos falte salud, sonrisas y amor. Junto a un fragmento del que será mi próximo libro (y que espero poder presentaros pronto), ¡FELIZ AÑO NUEVO! de corazón. Y como siempre digo, que nos sigamos contando.

La realidad desborda imposibles: barrer los desiertos, secar un océano, amar eternamente… Utopías que tienden a seducirnos, a engatusarnos con su innegable poder de atracción. Sin embargo muchas veces ponemos ese adjetivo en la frontera de nuestras aptitudes. Si no lo consigo es, sencillamente, porque no se puede. Así nos aferramos a la excusa para ignorar lo probable, callando la voz en off de nuestra conciencia.
Por eso conócete, valora tus retos y no permitas nunca que aquello que no puedes hacer te impida realizar lo que sí puedes.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Citas en Navidad

Lo dijo Erma Bombeck: No hay nada más triste en este mundo que despertarse la mañana de Navidad y no ser un niño.
Lo dijo Charles Dickens: ¡Feliz Navidad, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerda al abuelo las alegrías de su juventud y le transporta al viajero a su chimenea y su dulce hogar!
Lo dijo Larry Wilde: La Navidad es la época del año en que se nos acaba el dinero antes que los amigos.
Lo dijo José Luis Olaizola: Lo primero que hace falta para ser feliz en Navidad es ser feliz sin que sea Navidad.
Y lo decimos millones de personas: paz, salud, ilusión, amor y otros tantos millones de deseos que deberíamos tener más en cuenta el resto del año.
Entre tantas citas, para ti, para todos, sencillamente ¡FELIZ NAVIDAD!

martes, 21 de diciembre de 2010

Microantología del Microrrelato II

Acaba de salir. Una antología de microrrelatos editada por Ediciones Irreverentes con autores de la talla de Luis Mateo Díez, Horacio Vázquez-Rial, Alonso de Santos, Marina Vishnevetskaya... Os dejo el enlace editorial para que, si podéis y os apetece, la conozcáis:
http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/microrrelato2.html
A ella aporto uno de mis relatos. Probablemente el más modesto de toda la colección, lleva por título Cuando a Dios le gustaba el cine. Y en consonancia con las características de los 80 textos que componen esta obra, no me extiendo más. Que por algo, como dijo mi paisano, lo breve si bueno dos veces bueno.

jueves, 16 de diciembre de 2010

De mi casa a Melbourne

Google Analytics es una herramienta que permite conocer los accesos habidos a cualquier página web. Al analizar las visitas que vengo recibiendo en este blog concluyo que hay una media cercana a las cien diarias, con un máximo histórico de doscientas y pico, preferentemente de España, México y Argentina. Sé también que las entradas más vistas son las relacionadas con mi libro Mi planeta de chocolate y que el promedio de tiempo por visita es de apenas tres minutos.
En muchas de ellas intuyo su procedencia: mi sobrina Mariela desde Iowa, mis amigos Adrián desde Buenos Aires, Carmen desde Estocolmo, Aurora desde Johannesburgo o Sandra desde México DF., mi colega Rodolfo desde Santiago… Reconozco que algunas me sorprenden, como las habidas recientemente desde Belice, Filipinas o Albania. Y en otras me encantaría descubrir a la persona que las realiza, como ocurre con ese seguidor que desde Australia se asoma cada día a este blog.
Vaya para todos mi gratitud más sincera por su confianza, junto a ese fragmento del libro Cartas para un país sin magia en referencia a aquel deseo infantil de llegar precisamente a cualquier lugar del mundo:

Un día alguien propone hacer un agujero en el patio que atravesando el centro de la Tierra llegue directamente a las antípodas. Una especie de túnel hasta Australia que empezaría en el corral de nuestra casa. A quien quisiera ir allí a ver canguros le cobraremos una peseta... más que nada, para piruletas y gastos de envío. Decidimos hacerlo despacio; alcanzar esa meta paso a paso. Si quieres llegar, no corras.
Después de cavar tres días con rastrillos de la playa, mi tío nos lo tapó. Argumenta los peligros de tener un pozo en medio; que el abuelo puede caerse. Y las cosas del suelo no se cogen. ¿Por qué cuando no quieren que hagamos algo le echan la culpa a otro? Además eso no es cierto, porque él nos deja. ¿A que sí, yayo?
Eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca.
- Al final os voy a tener que pegar. ¿No veis que lo hacemos por vuestro bien?
¡Qué miedo cuando alguien hace algo por mi bien!; porque sea lo que sea, casi seguro que no me gustará.
El hoyo estaba quedando muy bonito. Y profundo, que es lo que importa. Sacamos tanta arena que no cabía en la carretilla. Pero mi tío insiste en que aquella aventura le suena a tontería. ¿Y qué no resulta una tontería para quien todo lo ve como tal? Nadie nos enseña a vivir.
¡Qué faena; con lo que hubiéramos disfrutado asomando la cabeza en Australia!

martes, 14 de diciembre de 2010

Después del Ulysses

Pasó la entrega del Premio Ulysses. Fue una ceremonia solemne en la Sala Ramón y Cajal del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, donde el insigne científico impartiera hace un siglo algunas de sus clases. Por decirlo de manera resumida, la experiencia me encantó.
Hemos salido en distintos medios y por la actualidad del estudio me da que lo haremos en más. No obstante ahora es momento de agradecer sinceramente las palabras de ánimo y felicitación que hemos recibido. Para no olvidar a nadie, mejor no cito a ninguno aunque me acuerde de todos. Y por supuesto, ojalá nuestro trabajo ayude a profundizar sobre la prevención de un tema tan importante como el uso problemático de Internet.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Nuestro Premio Ulysses a la Investigación

El próximo lunes 13 de diciembre, junto a mi amigo y también médico Antonio Piñeyroa Sierra, recibiré en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid uno de los Premios Ulysses a la Investigación 2009-2010 por un trabajo realizado sobre el uso problemático de Internet entre adolescentes. Este estudio se presenta en un contexto en el que se vienen describiendo distintos trastornos relacionados con un uso inadecuado de las nuevas tecnologías. Así se ha llegado a estimar que de los más de 250 millones de internautas que hay en el mundo, unos 15 millones podrían presentar algún tipo de conducta adictiva ante la red.
Compartir que, en paralelo con mi actividad literaria, este año ha resultado especialmente prolífico como médico epidemiólogo al haber obtenido varios reconocimientos por mis estudios, incluyendo los realizados en distintos centros educativos sobre la utilidad de los cuentos en la transmisión de valores.
Los Premios Ulysses son otorgados anualmente por el Grupo CTO, habiéndose constituido en uno de los más prestigiosos de España en el ámbito de la investigación.

martes, 7 de diciembre de 2010

La regla del siete

No hay escritor que se preste sin una buena manía. La mía: obsesionarme con el número siete. Todo empezó cuando alguien dijo que si quería que saliese bien mi carrera literaria debería apostar por ese número. La obtención del Premio Amares un 14-11-2005 (siete-siete) rubricó tal teoría, a la que he sido fiel desde entonces. Por eso El amor azul marino tiene 35 cuentos, Cartas para un país sin magia 21 relatos y Mi planeta de chocolate siete capítulos. ¡Todos múltiplos de siete!
Asimismo decidí aplicarme una serie de principios de los que he acabado haciendo norma de vida:
1.- Escribir para compartir.
2.- Empezar cada libro una noche de Reyes.
3.- Presentar dedicatorias sentidas, con y desde el corazón.
4.- Ceder lo que pudiera corresponderme como derechos de autor a Aldeas Infantiles SOS.
5.- Reconciliarme con mis vivencias a través de mi literatura.
6.- Disfrutar un montón escribiendo.
Para un obseso confeso del número siete parece evidente que a estas máximas les faltaría una séptima. Y en efecto existe: permitirme la licencia de ser infiel a cualquiera de mis manías cuando así me apetezca.